GRECIA SE ENFRENTA A DAÑOS NATURALES Y ECONÓMICOS INCALCULABLES POR INCENDIOS

incendios en grecia

Grecia se enfrenta a daños naturales y económicos «incalculables». Es la primera apreciación que hace en las islas del Egeo la gente agotada. Agotada y angustiada. Cansada de esnifar humo, sacudirse la ceniza de los hombros y contemplar el brutal final de sus paisajes de infancia. De sus casas. De sus negocios. «Es imposible saber todavía el grado de destrucción».

Así lo resumen las autoridades provinciales de Eubea o Ática, los ecologistas, vecinos y un sector turístico que este verano buscaba una salida al duro colapso del coronavirus y hoy asiste al recorte de sus esperanzas. Como si las ilusiones fueran troncos de árbol en un Mediterráneo pasto de las llamas. «Todavía es pronto, esto no ha acabado», argumentan los bomberos de Eubea, para quienes la lucha contra el fuego se resume en cuatro palabras: «Echamos agua sobre lava».

Sólo en esta isla, la segunda más grande después de Creta, las estimaciones locales apuntan a que el 90% de la infraestructura turística, los huertos y negocios de sus 200.000 vecinos ha quedado devastado. Las aldeas pintorescas, uno de sus mayores atractivos, sufren graves daños. Cientos de casas han sido devoradas por el fuego con todos sus muebles y fotos de familia dentro. Las catástrofes deshacen historias. Y la de aquí ha borrado los recuerdos y el pasado de miles de habitantes que han sido evacuados en barco junto con los turistas.

La destrucción lleva ocho días enseñando los dientes y mordiendo Grecia. Y, aun así, los incendios prosiguen. La mayoría han sido controlados, pero otros siguen adelante alimentados por una ola de calor con temperaturas de 45 grados que impide enfriar la tierra y reseca los valles. Este martes, uno de los puntos de máximo riesgo se situaba sobre un pueblo del Peloponeso, Arcadia.

Los vecinos regaban sus casas con mangueras y cuando todo se volvió inútil desalojaron los pueblos. Su incendio comenzó hace ocho días en Olimpia. Los servicios de extincióndicen que se ha multiplicado en tantos frentes que lo consideran fuera de todo control.

La mecánica de los incendios griegos tiene tres puntos fuertes que la convierten en una apisonadora: el errático proceder del viento, cambiante en cuestión de horas; una gran carga térmica en la superficie que refuerza el calor y genera turbulencias constantes; y la abundancia de vegetación y arbolado. Los pinos son auténticas antenas transmisoras del fuego y ese es uno de los factores por los que el Observatorio Nacional de Atenas afirma que la nación está ante su mayor catástrofe ecológica. Es rápida y letal. Unas 65.000 hectáreas de reservas forestales y parques han ardido y el recuento sigue lejos de acabar.

Mientras el bombero Vasilis Filora, muerto a los 38 años al caerle encima un poste eléctrico, era este martes enterrado en su pueblo natal, el Gobierno heleno seguía envuelto en la polémica y empezaba a percatarse de los esfuerzos económicos que deberá realizar para afrontar los daños. El escándalo sobre su presunta ineficacia en las labores de extinción de Eubea está ahí. Varios vecinos se disponen a demandarlo. Sostienen que no ha puesto los medios necesarios ni en su rescate ni para salvar sus propiedades. La oposición también culpa de «incompetencia» al gabinete del primer ministro, Kyriakos Mitsotakis. Su viceministro de Protección Civil, Nikos Jardaliás, ha puesto el cargo a disposición del jefe de Gobierno.

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