LA PASIÓN DE NINA: ENCUBRIR A ACOSADORES SEXUALES

La dirigente vitalicia del SUTSGE Bernardina Lara fomenta la violencia sexual entre la burocracia y la impunidad

Apenas logró una mejoría de su quebrantada salud que la ha tenido postrada durante varios meses en uno de los hospitales más caros de la ciudad, la secretaria general del Sindicato Único de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado, Bernardina Lara Argüelles, publicó un desplegado de media plana en defensa del trabajador sindicalizado Juan Carlos Rivera Martínez, quien fue despedido por incurrir en el acoso sexual sistemático en contra de trabajadoras del Instituto Temazcalli.

No es la primera vez que Bernardina Lara defiende a ultranza a sindicalizados que agreden sexualmente a compañeras de trabajo, como fue el caso de Juan Martín Gatica Izaguirre, entonces jefe de departamento de la Secretaría de Desarrollo Urbano, Vivienda y Obras Públicas (Seduvop), durante el sexenio de Fernando Toranzo.

La víctima fue María de Jesús “Marichuy” Almendárez Prieto, compañera de trabajo en esa dependencia, se resistió al constante acoso sexual de Gatica y ofrecimientos de empleo para su hijo, presentó una denuncia penal, el caso se convirtió en un escándalo por la protección que le brindó Bernardina Lara al acosador; el titular de la Seduvo, Juan Gerardo Ferretiz González, y el gobernador Toranzo también fueron cómplices para no romper el pacto de corrupción e impunidad que tenían con Nina.

Tuvieron que pasar seis largos años de denuncias y protestas para que “Marichuy” recibiera justicia, aunque de manera insuficiente, ya que su acosador Gatica Izaguirre recibió una sentencia condenatoria de cuatro años, pero no fue recluido en prisión y no fue inhabilitado, como una muestra de que seguía recibiendo la protección del gobierno y del SUTSGE.

Y lo peor es que el acosador sentenciado Gatica Izaguirre fue “premiado” por Bernardina Lara como delegado sindical en el Congreso del Estado, poniendo en riesgo al personal femenino y diputadas que se dicen feministas y defensoras de los derechos humanos, como Gabriela Martínez Lárraga, que no se pronuncian al respecto.

Así es como la líder vitalicia del SUTSGE dice defender los derechos de las mujeres sindicalizadas, las abandona en casos tan difíciles como lo es sufrir acoso sexual de sus propios compañeros de trabajo, se decanta por éstos, sale a dar la cara por ellos y niega de manera rotunda el acoso sexual, no les cree nada, es así como ella fortalece la cultura machista, patriarcal y la impunidad.

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